Tenia 5 años cuando conocí a la mar, algo grande e inmenso, quizás infinito, caminaba feliz por la arena cálida de la playa, llegaba a la orilla, y el agua estaba helada, y aunque pueda ser friolero, las ganas de estar en la mar, pudieron con eso, decidido y alegre, me metí en las frescas aguas del cantábrico. Ayudado de mi familia, avance un poco mas adentro, las olas grandes y espumosas, rompían sobre mi pequeño cuerpo, a su par, sentía un ligero cosquilleo sobre mis piernas, eran pececitos, que no quisieran faltar, en mi visita a la mar. Jugaba, era feliz, pero de repente, conforme avanzaba un poco hacia mi derecha, me tope con algo grimoso, eran las algas que florecían en la mar. Un día inolvidable, conocer las playas arenosas como si de oro se tratase, las aguas frías y cristalinas, lo peces, las algas a todo ello a lo que llamamos la mar.
ADRIÁN ALBARRÁN GARCIA
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